jueves, 10 de julio de 2014

Territorio tornasolado: Guaridas de ensueño▼ Parte 3

El miedo ensordecedor la excedió, por mas que algo parecía inducirla a resistir. Su vocabulario emocional le generaba una cierta incertidumbre.
Se quedó callada y lo miró desafiante
-¿Que querés? Le dijo...Vos me viste y me seguiste hasta acá ¿no?
-Nonono rectificó él. Vos me inventaste muñeca; pertenezco a una de las esferas que rodean tu mundo.
-¿Qué estás diciendo? ¿Que yo qué? Usted está loco loco loco.
Ella no podía creer en primer lugar, que los seres con los que había interactuado esa noche se fundieran en la misma escena y en segundo lugar no podía creer que él tratara de confundirla con su paradójico diálogo atormentante.
-Solo digo la verdad...Yo estoy acá y Julio también; por vos, por tu locura a la que dejaste salir a pasear un rato. De paso...¿Por qué elegiste el nombre Julio?
Ella abrió sus ojos estirando excesivamente la cúpula de sus globos oculares hasta que comenzó a sonar su celular.
Por un momento duda en atender por miedo a que ese hombre quiera arrebatar su celular, pero repara en que de todos modos está explicito que el artefacto que emite una melodía totalmente monótona y artificial proviene de un celular, así que procede en hacer un gesto de espera al vagabundo y atiende a su madre que yacía preocupada y en vela.
-Perdón ma, fuí a caminar...ya voy para allá.(Prip)
Corta y al voltearse no encuentra silueta aparente en su campo visual...
Gira entrando en crísis, su cabeza hacia todos los hemisferios posibles y no encuentra ningun signo vital.
Empieza a despuntar el alba y sus ojos cansados en contraposición con la luz del sol  y la luz de su pecho caliente, dejan caer algunas lagrimas que se deslizan calientes por su tez helada.
  Da al encuentro a su lucidez conmocionada por esa experiencia prolongada adyacente a su realidad y empieza a caminar hacia su casa.
Confundida, análoga a su fuente y a su corazón emite un sollozo.
Y piensa
Nada se limita
Cuando abrís una puerta lo de adentro se vuelve tan real que no permite ningún limite, sino que crece irremediable e infinito.
Y es que de hecho, somos infinitos.
Y hay tantas puertas por abrir...
Tremendas ganas de vivir.

Territorio tornasolado: Guaridas de ensueño▼ Parte 2

Con pasos torpes, luego de correr cuatro cuadras terminó en una plaza que parecía amistosa.
Sobrecogida tomó asiento en un banco verde musgo y reflexionó.
Se sintió insatisfecha por haberse rendido tan facil ante el miedo propio; se frustró y plegó sus rodillas a su pecho abrazando sus piernas que reposaban en aquellas tablas de madera.
Levantó su mirada fragil y observó a un enternecedor perrito que movía su cola cual aleteo de ave y la hizo sonreír. Lo vió atravesar aquella plaza desértica con aires de grandeza y satisfacción; tan desposeído y feliz que sembró admiración en su mente.
 Cediendo su cuerpo hizo un ademán con su mano para atraer al pequeño amigo que deambulaba por ahí...
El se acercó mimetizado y ella lo acarició pensando en la escena precedida...tranquilizando su cabeza al pensar que alejarse de la situación no había sido necesariamente negativo, ya que huír de ese punto había creado ciertas coordenadas que la trasladaron a esa plaza para darse encuentro a ese perrito amistoso.
De paso para ella había sido vital huír y lo que es vital siempre desarma cualquier concepto o retórica prefundada.
De pronto advirtió que alrededor del cuello del perro reposaba un collar harapiento y se acerco intrigada para leer el contenido de sus letras.
Hasta que comenzó a sentir un aliento que expandía un calor estremecedor en su cuello acompañado con un terrorífico:
Se llama Julio-
   Ella se voltea espasmódicamente y se encuentra para su terrible sorpresa con los rasgos de aquel vagabundo que se encontraba en aquella esquina.
Sus ojos estaban enardecidos y aguardaban algo diabólico y espectral
Ella comenzó a tiritar aterrada y titubeante le dijo:
-Ah...ah... ¿Es tu perro?
-Me acompaña en mi delirio ¿Qué te parece?
-Me parece...bien...Me parece bien.
Ella estaba petrificada y en retaguardia; pero hizo un esfuerzo descomunal y dijo
-¿Vos cómo te llamás?
-Yo no me llamo, dijo él. Yo me morí hace un montón de tiempo. Mi nombre ya no existe para nadie, ahora solo existo para alimentarme del miedo de chicas como vos...y transformarlo en algo mejor ¡obvio!
El con su dejo enigmático empezó a tocar con la punta de sus dedos la sien y los pomulos de la muchacha y le dijo:
-¿Me dejás comerte viva? Quiero que compartas todo lo que yo soy y que seamos uno.

lunes, 7 de julio de 2014

Territorio tornasolado: Guaridas de ensueño▼ Parte 1

Con lagrimas en sus manos separa su rostro afligido de ellas para darse un respiro y absorberse de lleno en ese ambiente que tiene frío; para conciliar una vez mas su vulnerabilidad con la noble causa de vivir.
Sabe y reconsidera lo breves que son nuestros cuerpos en la tierra que conmueve y hiere.
Denota que hay secretos que son indescifrables y sentimientos que nunca podríanse explicar; y simultáneamente rectifica que la inconstancia sensorial es precisa para los seres que somos; precisa para vivenciar los contrastes por los que transitan nuestras mentes y apreciar cada pérdida y triunfo, risa y lagrima, invierno y primavera.

Tras padecer tanta fatalidad y tristeza ella reconoce la muerte resuelta por la que arrastró su inquietante piel durante los últimos tiempos; y su conciencia repara en esto para sumir a su estado emocional en un sentir desahogado y libre, más vivo y alerto que nunca, con un profundo interés por aprender en contratapa de lo que es el agobio (como ya dije, la antítesis de las circunstancias entre sí)
 Da un respiro y se ayuda con las manos para despegar su cola del piso y erguirse en su dormitorio.
Un fuerte impulso acomete en su cuerpo y decide abrigar su intrigada espalda para salir y andar por las callejas dormidas de su barrio. Enciende sólidamente un cigarro, con una bocanada anhelada y ansiosa, y se dirige vacilando hacia la avenida José María Moreno.
Advierte que son las 2 a.m. y que la muchedumbre se encuentra durmiendo plácida en sus recintos hogareños; patea una botella rota y levanta la vista para encontrarse con la luna que se mimetiza con su cara redonda y blanca.. Se pregunta en ese eterno instante, cual será el factor que proyecte luz en su andrajosa alma, ya que a la luna la luz se la ofrenda resuelta y magníficamente el sol...
 En este aflorar de su imaginación incesante roba su atención un hombre que exhibía una especie de baile elástico y absurdo a lo largo de una esquina iluminada por las lámparas de un local de ropa.
Se queda estupefacta pero le es inevitable observar detenidamente a este hombre. Le pican las ganas de investigarlo ya que luego de su transitorio renacer le arden los deseos de atreverse a más.
  Se esconde detrás de una columna oscura y asoma sus ojos para atravesar la realidad de aquel fanfarrón.
Observa que sus ropas parecen las de un honorable comerciante pero después de padecer una enorme cantidad de años jodidos...Ajado y desdichado, aunque elegante, su atuendo iba conforme a su temperamento y rasgos perturbantes y misteriosos.
De su boca surgían espontáneamente una multitud de cantos y gritos que se enlazaban en un sinsentido de actuaciones esquizofrénicas; pero por otro lado llamativos y fonéticamente conmovedores descargos de su ser.
Su sombra que se proyectaba en el piso, daba la sensación que se trataba de un trozo de la inmensa oscuridad que cubría la noche, que se había escapado y dado a conocer a través de este hombre; para distinguir la verdad y mostrarse como presencia nocturna que acomete a los hombres tristes para estrechar sus manos y perecer con ellos por las noches.
El hombre comenzó a gritar algo que al principio parecía ilegible como la letra de un doctor.
Y por momentos:
A-ra-dar
tengo
ten-go yo
amor
Hasta que:
¡Tengo mucho amor para dar!
Dirigió espeluznante su mirada hacia los ojos de ella, que estaban fruncidos; y un terror ajeno la envolvió y la impulsó a correr aceleradamente hacia puntos indecisos.

lunes, 30 de junio de 2014

Lucidez rosada▼ - La azotea de los sueños: El portal

Sofía entra y resbala por las maderas barnizadas de su dormitorio.
Difícil no dejarse llevar pos las punzadas existenciales que emanan su pecho por las noches.
Hace a un lado a su gato que enfermizo seduce a sus frazadas excitando su imaginación felina mientras frota su cuerpo peludo contra esas telas tumultuosas y coloridas.
Corre hacia la cabecera de su cama y pisa cotidianamente el cabezal de su portasueños.
Con estratégica determinación desliza la manija giratoria de su ventana, el sector mas venerado por sus ojos de errante doncella solitaria.Y se encuentra próxima con el frío invernal que la recibe para que ella pueda incinerar la orilla de su tabaco armado...
El indebido tabaco, el insensato; ya que su asma y la pseudo rendición de la enfermedad climática se apaciguaron hace poco y sus padres la regañarían insufriblemente.
  Comienza a fumar y con el mechar de los hilos de hierba se sincronizan unos ruidos semejantes a los de un oleaje acelerado...un oleaje en celo hormonizado y sediento de sí mismo; como un engendro escondido que es valiente de sí mismo solo por las noches. El engendro creado por alguien más, quizás una chica como Sofía.
  Al transcurrir las pitadas fija la vista en su gato que la mira enloquecido por la libertad que atrae ese portal que ella llama ventana, lleno de frecuencias somníferas y sonidos desgarradores. La sincronía momentánea sigue en su cabeza, disipada de escrúpulos y ensordecida por estímulos.
Gira su cabecita revoltosa a su hemisferio derecho y en una de las macetas ve proyectarse un hilo, un hilo producto de una magnifica y sabia araña que la reboza de admiración. Ramificandose esa telaraña hacia un maní quedado en el tiempo unas cuantos meses atrás en que ella decidió ese tranquilizador destino para con él, al dejarlo reposar allí.
Y ahora unidos la maceta y el maní rugoso y orgánico forman un nuevo escenario en esa porción de cemento que se extiende en la ventana; una región invaluable y somnífera. Una inclinación para Sofía, hacia el mas allá de las horas y los propósitos.
No obstante un sonido estridente parece alertarla tironeando su ensoñación precipitada.
Ella decide darle fin al portal y cierra con la misma determinación que anteriori las puertas que se llevan su brisa auténtica y lunática...
Sutil pisa la cabecera de su cama y da un saltito hacia el piso; volátil cae sobre un envase de helado viejo que se despedaza en aproximadamente 6 pedazos según su criterio visual.
Se regocija de gratitud al concientizar la ramificación de los hechos triviales...
Adora alertar que no existen los días meramente aburridos y se consuela en su cama cálida y deliciosa al recordar que después de todo, con voluntad, puede materializar lo más real: la imaginación.

martes, 24 de junio de 2014

Lucidez rosada▼ - La azotea de los sueños

Afecto afecto AFECTO afecto
Mambo afectivo con las cosas; los códigos genéticos del universo, que no nos pertenece, no lo poseemos.
Y por eso permanezco acá, bajo el lodo aquietante mirando hacia una expansión de estrellas liquidas que se encuentran con mis lagrimas, por ese desconsuelo de permanecer para terminar por:
de sen con trar me con el amor de seres que condescienden, palpitan al ritmo de la convivencia superflua que estremece sus clichés de coctelera pegajosa.
  Y si no alcanzo a reconocerte mi amor ¿cual sería mi propósito sustancial como la niña carente de sentido común?
Si no puedo revolucionarme como una extensión hacia vos [tra scen dien do té]
¿cómo pretender abrigar consuelo para atravesar a las ideas para revolucionar el mundo?
Sí cuando me frustre la agonía me funda...Y que si quizás tenemos, nosé, un hijo! y la agonía esta se convierta en un movimiento enajenado globalmente...
y se trate de un universo conquistado por las drogas que alucinan y complacen
Tal vez puedas a través de tus utilerías genéticas y tus codigos químicos crear una investigación alucinogena que te desplome en mis brazos, recordando
la fraterninad que alguna vez fuiste
en el vientre de cariño
que fuimos
ambos
Y que nuestro hijo sea ese desplome que podríame sublevar
subiendo los peldaños vivenciales
para llegar al cielo
desplegando las alas de lo que fué mi amnesia
y la soledad del mundo
para reencontrarnos con el amor devocional que conciernen los cometas
y dejar atrás
criaturas redimidas por las drogas
que moran
en el pasado, y por fin bien lejano y desconsolado pasado.
  Allí tal vez mi soledad no sea tanta y mis estrellas líquidas sean ojos abiertos que se encuentren con tu <[vos]> verdadero.

sábado, 21 de junio de 2014

Azaroso azul: Deshacer lo tóxico ▼Parte 3▼

Quizás toda esta multidimensión imaginaria de la que unx forma parte en estos momentos como el que vivencio con Espinas, termina reduciendose mentalmente en un beso con manos de canasto, como quien está dispuesto a recibir.
Pero no; de pronto, él decidió tomar sus pertenencias para retirarse de mi recinto de fantasía, sin más.
Ese hecho quebró la mentalidad, que por momentos construye sin escrúpulos, ensoñaciones corpulentas que quieren nacer, pero su existencia se anula.
Se anula por este dios circunstancia que nos excede y nos dispone a distintas realidades.
Este fin (que no lo es) despidió con Espinas una empatía transparente e intrincada con rasjuñitos en la sien, con un abrazo cálido y un poco alejado.
Se fué.
Cerré la puerta, frunciendo el ceño como por 30 segundos sin memoria.
Con una extrañeza que siempre se queda unx cuando se encuentra con estas anulaciones de espectativas.
Espectativas que rasquetean el vientre envinagrado de ansiedad prematura.

Me incliné para tenderme más allá, en mi cama destartalada de soledad, me sentí tan triste, confundida y viva que dilucidé en lo vital y azaroso que había sido este encuentro desconcertante con Espinas.
Descubrí en esa apreciación, que encarnarse en lo o concreto o insólito de la vida despide a las desiluciones o charlatismos; y frenético acepta esa fantasía que la circunstancia cruel nos propone para deshacer la historicidad de los hechos y lamer cada pánico y perdida hermosa que sostiene el universo y que es vital, valiente y única.
Desposeída oscilé entre la risa y el llanto, el herir y retribuir, tu susto y mi torpeza y me amé sin desengaños, desposeída.
Desvalijé mis miedos y pretenciones.
Y abrazandome me dormí.

¡porque sí!

martes, 17 de junio de 2014

Azaroso azul: Encuentro impermeable ▼Parte 2▼

Una semana después-

El esbozo de un sitio nuevo (ojalá soleado) parpadea titubeante bajo el abrigo de las alfombras y los tejidos otoñales de las cortinas que se amarran con sogas.
El hombre moreno, que llamaré Espinas llega a mi casa, se balancea y me mira, bloqueado, enroscando sus labios; yo observó e imagino una avalancha de posibilidades que podrían desplegarse en ese momento.
Deslizo las cortinas otoñales hacia el centro y lo unico que queda es la sutileza de mi grato gesto para estimular la motivación del cuarto y sus albedríos osados.
Me siento, lo miro traviesa, me prolongo por momentos y dudo un poco.
Espinas tiene una capacidad para abrigar y desorbitar sus ojos que me caigo de culo al piso y atravieso la madera, me clavo los tornillos, todo.
Por mas día nublado que sea, por mas que lo más excentrico de esta vivencia sea mi codo rozando la mesa, hay una especie de antimateria que me regenera como su victima, en retaguardia; en contacto con su silencio alborotado, devastador, tan lleno, tan catarata, tan grito desesperado, tan espectante.
Ay ay ay, tan punzante Espinas, desde que lo ví me gustó tu insólita abertura con la realidad y que tu conciliación siempre fuera una coexistencia almidonada, callada, irreversible y un poco en pánico, desprotegida.
Me dirijo al baño discreta y me miro en el espejo. Es como si me mimetizara con él y llenara mis pulmones con ansiedad de vaciar un tanque irremediablemente atiborrado de amor, grotesco para los ojos determinantes.
Me integro de nuevo en esas olas miedosas y atemporales.
Me acuerdo que había servido un vaso de cerveza y voy como de a saltitos a tomarlo, como una minuciosa salida de emergencia.
Ablandando los muslos en el piso fresco otorgo exultante unas cartas de baraja común española y Espinas asiente sonriente y cándido.
Al hacer todo este proceso de contar las cartas, para no pegarse flor de desilución repartiendo y todo lo que el juego pretende, reflexiono que la coraza sensitiva que tiene Espinas es casi de una maleabilidad impenetrable.
Quizás siempre estoy un poco mas errada que todo, siempre un poco más abajo, un poco mas a la derecha, abajito, arribita, en dos lugares a la vez, parcialmente ensimismada, contradictoria, estupidizante.
Lo abrazo y resurge ese infinito y complejo problema de lateralidad, dificil de circunscribir, dificil de inteligir pero sesnible a las pasiones, a los 26 ríos que sostienen sus ojos, a sus contradicciones reales, verdaderas, libres de ser lo que son, porque lo amerite o no, pero se filtra y renace en la oreja derecha de tu compañero que arde rojísima.
Y se despliegan las carcajadas, sale el movimiento lúdico de nuestros cuerpos, siempre con esas reservas mentales que quedan secretas ¡porque sí!
Doy un brinco brinco y pongo Miguel Abuelo, porque le creo y es mi amigo, mi confidente además de mi (y qué divertidísimo es ser autoconfidente, tan uno, tan solo y triste, tan existente y vivo)
Canto, me exalto, efusiva juego, jugamos atropellados, sin un gramo de estrategia o ganitas de triunfar. Era así, tan puente ese juego, tan extensión de uno a otro...

jueves, 5 de junio de 2014

Azaroso azul: El estanque ▼Parte 1▼

En el estanque me encontré con un tipo alto, moreno y con perfil prometedor.
Si bien mi afán ese día era el de encontrar un regalo acorde a las especulaciones disfrazadas de mi amiga Gala, no pude abstenerme de entablar una charla minúscula que me termino por introducir en sus bolsillos acolchonados.
Resbalamos por el suelo solido y su mano empezó a sudar como una avalancha de garabatos emocionales que se retorcían aleteando.
Sí, muy tirada de los pelos la frase esa, pero la gravedad del momento lo vuelve a uno un especialista para la efusividad y el exageramiento de los hechos.
Cuando uno uno uno pasa tanto tiempo solo crea un espacio apasionado, una dimensión solitaria, en la que las perchas que cuelgan se vuelven tus complices, tu gato tu compañía amorosa y tu cuaderno el mejor confidente además tuyo, en ese dormitorio.
Por consiguiente, yace en reposo, ¿De qué? ¿Cómo puede ser que usted persona amante no lo comprenda?
En reposo de eso mismo, de las manos sudorosas, de las mejillas rosadas y calientes anhelando ser besadas, de la fiebre que viene y va, de la cobija eterna. ¿Comprende-mé?
Bueno volviendo a lo que nos incumbe, cuestión que entre revuelo de palabras y distanias, nos sumimos como en un limbo afectuoso que nos dejó inmunes a los contornos externos que deambulaban por ahí. Nos volvimos atérmicos al clima, eximidos del cansancio.
 Si bien, estaba totalmente implicito para ambos que el objetivo del regalo de cumpleaños había quedado evaporado; yacía una atmósfera titubeante entre los dos, alimentada con verguenza creo yo.
Ninguno se atrevería a desmenuzar sus pensamientos oralmente.
Y no lo creíamos necesario tampoco.
Así que simplemente nos deslizamos por un pasto humedo y sedoso, prometedor como ese loco ser que me consumía la atención con sus carcajadas.
Encandilada por sus abrazos espumosos me entregué a su boca entre cosquillas, una fuga de endorfinas decoró el suelo y rodeó los ansiosos cuerpos que sin más se despidieron para alcanzar sus deberes de esa noche.

viernes, 30 de mayo de 2014

Grisaceo sobrecojedor: La unidad


Familiarizarse con el dolor minucioso, abrazar los costados perversos que recorren los espacios de los humanos.
Reconocer a través de telarañas que despiden los recuerdos, ese rostro que es el  nuestro, que vive intacto, ese rostro que además de reflejo es alma y nos autoriza a vivir en el pantano que es paraíso y que por mas ambiguo que sea, no espanta, no hiere, no desespera.
Y si llegara a hacerlo, la piel nuestra atravesará nuestra tragica azotea de intentos infinitos hasta tocar fondo en la sangre y reconocer su mérito, amar su mérito.
Familiarizando así nuestros ojos con esos espantapájaros que nos estancan en la agonía de los prejuicios, de los fracasos.
Asumiendo el margen fugaz en donde los martires estos palpitan.
Adorándolos, rozándolos, vivenciandolos, para sublevarte en esta azotea desde debajo del suelo duro, doliente; que por más complejidad y suciedad que este espacio tenga: ¿Cuanto tiempo se alojó en tu vientre? ¿Cuantas veces rozó tu echo lastimoso dejando pasar las horas?
Esta suciedad está en vos, está en mi.
Tengo barro en los tobillos, el tiempo transcurrió y permaneció aun como tela araña del recuerdo, de la memoria que sigue flotando con la diversidad que abarca este vivir transcurrido.
Convivir con esto no es facil, este estado, como señor desgraciado que es, es capaz de pegarse cual garrapata chupando tus palpitos y consumiéndote.
Por eso, tomalo del rostro que vos mismo le adjudicaste, que es triste y sucio; miralo a los ojos y decile, si es necesario gritale:
En este día cedo mi arrepentimiento al viento que ya sabrá que hacer con él y te voy a amar, a reconocer como a cualquier otro estado y a vestir con ropa nueva y limpia para que vivas cómodo en mi vientre prescindiendo de tu agresividad prematura.
Andá al baño, secate los ojos si es necesario y concentrate en el reflejo de tu mirada, despuntá tu cuello, recojete el pelo y rezá porque el día esté soleado para ir a jugar.

miércoles, 28 de mayo de 2014

Grisaceo sobrecojedor: Pieles

Las pieles antiguas que desgarramos al toparnos con inconfundibles laberintos de sentimientos, son esas huellas que quedan paulatinamente en nuestro cuerpo para recordarnos quienes somos.
Y las huellas ajenas son como plumazos inadvertidos de los cuales debemos aprender.
  La gente cuando muere, deja un firmamento en las almas y en la tierra, algo inamovible.
Cuando un niño muere su firmamento queda en las estrellas con afán de palpitar y brillar todavía, como si su fuerza e ideales interiores quedaran pendientes con el universo; ese amor que mutó prematuramente se desploma sobre nuestros laberintos dandonos fuerza, manteniendonos invencibles y alertas.
Por eso hay que estar advertidos de la magnificencia que contiene el hecho de cambiar y mutar pieles que nos desvanecen, así al morir permaneceremos jóvenes y fuertes, como un niño en el firmamento.
[24/08/13]

miércoles, 21 de mayo de 2014

Grisaceo sobrecojedor: La madame

La madame se despierta en su casa, se integra desparramada, se endereza y erguida articula sus pantorrillas; sus pies concientes en el piso empiezan a caminar.
Llama a sus gatos y enérgicamente les da su alimento balanceado, su Dios alimento.
Ellos, seres oscuros de bigotes exclusivos sumerjen su cabecita esponjosa en el plato y terminan su alimento para mimetizarse con los tejidos que pronto arroparán sus osadas colchonetas que existen como huellas.
Tendiendo coordenadas espiraladas se aquietan para volver a sí mismos y relajarse, dormirse; fortaleciendo sus frecuencias somníferas e intuitivas.
La madame los mira enternecida- ¡Qué criaturas mas complacientes!
Y allí es donde mora su felicidad humana, tan alivianada en su bosquejo de vida tranquila junto a sus alfombras, gatos y margaritas de plástico (para sentirse fructífera)
Pero como cada mañana, bajo el manto del sol, tormenta, nube, esponja gris; esta señora almacena una baraja de infusiones estilisticamente conformes a los estados que experimenta día por día.
Y ni hablar de sus contenedores:
Taza chica, taza grande, pocillo, cacharro, con una manija, dos manijas, multifaséticas manijas, extravagantes manijas y colores, portadores de cuchara, cucharita y cucharón.
Santificando sus modelos, decide, escoje su primer té, el regenérico, el más importante y nutritivo. De pronto la invade una intuición maldita cuando con su "cucharita" rasquetea las paredes incipientes de la porcelana fría de ese tarrito desdichado por prescindir del azúcar necesario para ser feliz.
Acariciando y estirando levemente la cúpula de sus ojos la señora intenta ser apacible para no cruzar la linea que quiebra la tolerancia para partirse en pánico.
Toma el teléfono, mordiendo su labio marchíto inferior y llama a su hijo.
(Ella está muy vieja para ir de acá para allá, o al menos eso cree ella, señora de sutilezas hogareñas y televisores pedantes)
-Hola madre- dice él
-Hola, Marcelito, oigo ruido de barullo. ¿Dónde estás?
-En pago facil má. ¿Vos cómo estás? ¿Pasó algo?
- ¡Ay! Qué bueno que preguntas. No quisiera molestarte hijo pero el dia está muy humedo para salir y me quedé sin azucar. ¿No podrás pasarte por acá?
-Uh mamá ¿Para qué existen las vecinas? Decí que ando cerca, en un rato voy; te llevo algo para comer ¿Te parece?
-Si hijo sí, sos un amoroso. ¡Primordial el azúcar por favor!
-Si mamá, tranquila. Chau chau.
La madame toma asiento mirando al reloj angustioso que la mira y la madame lo mira y son dos presas de sí mismos, se crean a cada instante.
Suena el timbre y ella va trastabillando hasta la manija.
Lo recibe y lo abraza.
Marcelo activa su rumbo tranquilo hacia la cocina y ella hace lo mismo pero pequeña diferencia, su rumbo está alborotado.
Hierve el agua y la madame se desliza con un congojo satisfecho hacia la pava para verter el agua a su taza chica-azul-con lunares-unimanijal. Finalmente toma asiento para absorber su bebida sagrada.
El almacena las verduritas cortadas a un costado de la mesada y empieza a freír especie por especie mientras traba charla entrecortada con ella que mira la tele a lo lejos.
Al transcurso de unos aproximados 50 minutos, la comida yace reluciente sobre la mesa también reluciente con un mantel reluciente, entre manos relucientes, debajo de sus caras relucientemente entes.
En la sobremesa él se encarga de otorgar su té after comida a la madame que la ayuda a digerir mejor.
Acto siguiente, se empieza a tratar una charla (poco peculiar) inclinada hacia el tema tránsito de personas en la calle, en el supermercado, y en distintas sucursales de nuestro país argentino.
Avanzada esta conversación que desvaría entre el desacuerdo y el acuerdo (que en este transfigura mas Marcelo por ceder que por otra cosa) se empieza como a desmembranar la paciencia mental de la señora Madame y sin procedimiento previo pega un grito que de tan fuerte queda al unísono de todo el bochorno de la ciudad entera de Buenos Aires.
-Pero mamá, tranquila. ¿Qué te pasa?
-¡Que me pusiste el té en taza grande Marcelo! Ay, querido, ay, sabés que es mediano después de comer. ¿Por qué me hacés esto?¿Me querés hacer mal vos?
-Alejandra ¿Vos me estás jodiendo? ¡Tomá menos! Vengo... Te hago la comida con la mejor onda y ¿me hacés un despiole de la gran madre por una taza?
-Ah ¿Así que ahora me pasás factura por la comida? ¿Sabés cuantos años te cociné yo querido? ¡Veintiuno! Aprendí sobre tus platos favoritos y te hice día tras día el plato predilecto... Y ahora resulta que para el pibe es un enigma saber cómo prepararle el té a su propia vieja. Querido yo estoy vieja por si no sabías, merezco un poco de paciencia.
-Pero vos sos la que no me tiene paciencia a mí, mamá. ¡Sos re obsesiva! Y de pendejo me tenías a rienda corta, sí, me cocinabas días tras día pero nunca redimiste mis ideales ni me apoyaste en mis proyectos. ¿Sabés qué? Mejor me voy yendo, estoy un poco apurado por si no se nota...Nos vemos mamá.
 Portazo.

(Pasan aproximadamente 5 minutos)


La madame mira a sus felinos y les dice:

¿Ven que ustedes son los únicos que me complacen? Nadie allá afuera puede hacerlo, pero ya va a ver Marcelito...Es un poco terquito marcelito, me dice obsesiva; pero la madame es sofisticada de más también, es dificil abastecer mis deseos íntegros y sutiles.
A mi me angustia por él que si con su madre y un té le va así no me imagino con las mujeres...

A ver la comidita...

Ah no, cierto...que ahora les toca platito amarillo.


Desdeño bordó (Disfraces) ↨



Disfraces, financian lenguajes pulcros

Se deslizan, con insomnio
Barnizando el lenguaje, tan fanático.

Mientras el silencio, me envuelve
suelo desplomarme en esos árboles
que osaste a mirar como quien observa un cotillón 
por su color, alguna vez.
¿Dónde crece el alma y se regocija, si el hombre y su paraíso 
se regenera en un suelo que yace infértil, a duras penas, con paso errático?

El viento se conmueve, para volar alto y te llama envolviéndote.
Y así es.

Unos te trasmutan con aires técnicos
Desmenuzando al ser como quien opta por elegir al relojito
Relojito que te lleva a un límite de tiempo
 tiempo que es destiempo al final.
Un plazo que mata al árbol y no lo abraza hasta el cansancio.


Otros  te susurran, absorbiendo todos los aromas, manteniéndote fresquito

Como un abrazo, instante de dulzura etérea.

Y otros, otros son como el árbol, que se extiende firme, endulzado por ese viento, arraigado al asecho del sol y sus besos, pero paciente espera…
Porque por amor es de esperar, sin desesperar.

lunes, 19 de mayo de 2014

Desdeño bordó (Escapistas).↓


Al fin y al cabo descubrí que las palabras pueden volverse tan ajenas como un artista que poco dice.
Recuerdo la expresión de un hombre que cautivaba sus palabras con visiones que llegaban deformadas de un paisaje totalmente cotidiano.
Sembraba admiración por los bosques y las plazas, encontraba vuelo en mis ojos, o en los de sus amigos barriales.
Admiraba con lujuria cada región de esta vida que nos sostiene, como buscando pulverizar las características, empleadas metódicamente y creando historias oscuras a través de sus respectivos valores.
Pero al mirar y observar mis miedos hacia la gente, recreé un proceso que me concernía hasta la medula y me llevaba de vuelta a los ojos de mi gato Teodoro, en mi cama, enternecidos por las frazadas que dormían.
Y descubrí que ese hombre, del cual su camino me sembraba emoción y mística barata, no era más que pura admiración por los senderos universales que lo rozaban sin socorrerlo.
La admiración es un sentir tan fuerte que te absorbe remitiéndote a todo con un arrimo de felicidad y orgullo, pero que se hecha a perder cuando eso que prolifera es efímero y te das cuenta de que nadie que tenga ánimos de crecer necesita admiración, sino comprensión.
Ese hombre siempre fue propenso al éxtasis cuando me miraba a los ojos y disfrutaba de lo que veía. Pero nunca fue amor porque jamás pudo observar desde la misma dirección, la unidad que mis ojos conformaban; estaba escaso de complicidad.
Muchas veces me hablaron burlonamente, o utilizaron sus palabras para denigrarme.
Porque en este desplazamiento constante en mi cabeza arremolinada de miedos, mi conciencia supo que las palabras no me son fáciles y que me lamento a menudo y en su exterior sardónico y gracioso me veían débil.
Pero quien más que  yo para saber que mi lamento existe como reivindicación de la sensibilidad que poco quiero, pero que mucho me quiere ella, y por ende por algo no busco inspiración pero le doy mania a mis palabras para encontrármelas y usarlas, sin dejar que me usen solo para crear un paisaje interesante, que termina por ser tan melancólico que me da vergüenza propia.
Pero en estas coordenadas raras que me otorgaba este ser, noté que sus palabras eran tan ingeniosas que a uno lo mareaban y terminaba por ceder mas atención de la que requería, ya que eran solo palabras y durante la cotidianeidad no era más que diversión exhibicionista  sin nada para ofrecer; abrigando contradicciones permanentes que acababan por desintegrar todo lo que tocaba sin mosquear su orgullo.
Por eso aborrezco y me re cago en la gente que usa sus palabras para creerse dioses de su artificio y ultrajan a los demás sin mirarlos a los ojos, sin mirarlos con este afán de complicidad y tejido tumultuoso en conjunto.
Y mi repudio para el que se queda en el lugar más fácil y piensa que desde el fondo del barro no se pueden ver las estrellas.
Porque a partir y a pesar de las referencias atroces que sincronizan mis recuerdos, mi  tesoro nace allí, cuando estoy con Teodoro revolcándonos en un punto de la casa, con tanta fuerza que complementa mis frazadas, que me doy cuenta de que mi felicidad nace ahí, donde la tranquilidad es cíclica y el punto vélico de mi cama con mi gato desquiciado de emoción nos trasluce a un mundo tan minucioso y simple que me potencia a seguir, ya sea desde mi desdeñoso lamento o desde la imagen mas ceremoniosa que otorgue nuestro dios circunstancia.

viernes, 16 de mayo de 2014

Desdeño bordó

Situación apremiante la que se genera entre su cuerpo y el mío; me acobijo en su oreja, en su cuello, para descargar ese afán de besos que se alimentaban hace tiempo en mi interior.
Miro sus ojos llenos, la huelo, miro su pecho, caigo en el abismo desesperado de sus tetas, mientras mi excitación aflora sin escrúpulos.
Termino de envolverla, de tocarla; satisfecho caigo rendido y me entrego a la cotidianeidad, cumpliendo mis deseos revoltosos y relampagueantes que se revelan ante cualquier atmósfera femenina.
Cruzo el baño, mis manos atraviesan el chorro de agua para acear mis uñas y me incorporo en la luz que me espera con sus gestos y algún que otro mate.
Ella empieza a hablarme, se desgasta, se rinde a veces ante el comportamiento que flamea intenso pero dubitativo frente a nosotros.
Pero vuelve, tengo una cierta certeza de que siempre termina por apaciguar sus molestias y volver, para darme paso a su pecho de vuelta, con toda la fragilidad que tuerce sus manías.
En un gran punto sé que le gusto, le gusta este disparate en que nos convertimos a cada hora, pero le cuesta, tiene ese sentir infantil que se inunda de mares dolientes y desenfrenados.
A veces sus planteos me enloquecen a tal punto de volverme condescendiente.
Pero bueno, es una relación que causa estragos; que se yo, estoy tranquilo, mientras me mantenga en superficie estaré tranquilo, hasta que algo diga lo contrario...

Escalas cromáticas: Presentación.

Esa pastosidad interna que ocasiona conjeturas comparables a las de un desquiciado de manicomio.
Solía pasar por eso, incluso vislumbra en mí a veces-
Y pensaba, mirando con desenfoque las cosas, qué confortante y sencillo sería yacer cual gato, que digamos que algo de humano tienen; una especie de trastorno sexual y marginal. Pero aún así, bailan en la vida amorales, exploradores de lo viejo y lo nuevo, con sus conclusiones felinas tan pícaras y su deseo del abrigo concebible.
Atormentándome este período de las confusiones, solía soltar sus garras lastimosas durante las noches devocionales a la materia tristemente sexual, atraída por un imán de forma esbelta, vulnerable, por tabaco tristemente ahogado e insomnio tristemente aterrador.
Empecé a divagar por caminos multiples, senderos de la mas alta diversidad.
Me topé con una humanidad cromática bastante distorcionada (distorcionada en un aspecto mágico), algo que rompiese con cualquier actitud metódica o convencional, algo que escurre mambos que nacen de una intención acelerada, por momentos, por querer encontrar un eje (o un ojo) que abra paso al conocimiento de la verdad (que cuando te das cuenta esta fundida en mucho lodo sucio), algo que chorrea y espanta a las fragiles figuras de piel y cristal (que SOMOS).
Y he aquí
La bienvenida
A las inclinaciones cromáticas de estas escalas vitales.