lunes, 7 de julio de 2014

Territorio tornasolado: Guaridas de ensueño▼ Parte 1

Con lagrimas en sus manos separa su rostro afligido de ellas para darse un respiro y absorberse de lleno en ese ambiente que tiene frío; para conciliar una vez mas su vulnerabilidad con la noble causa de vivir.
Sabe y reconsidera lo breves que son nuestros cuerpos en la tierra que conmueve y hiere.
Denota que hay secretos que son indescifrables y sentimientos que nunca podríanse explicar; y simultáneamente rectifica que la inconstancia sensorial es precisa para los seres que somos; precisa para vivenciar los contrastes por los que transitan nuestras mentes y apreciar cada pérdida y triunfo, risa y lagrima, invierno y primavera.

Tras padecer tanta fatalidad y tristeza ella reconoce la muerte resuelta por la que arrastró su inquietante piel durante los últimos tiempos; y su conciencia repara en esto para sumir a su estado emocional en un sentir desahogado y libre, más vivo y alerto que nunca, con un profundo interés por aprender en contratapa de lo que es el agobio (como ya dije, la antítesis de las circunstancias entre sí)
 Da un respiro y se ayuda con las manos para despegar su cola del piso y erguirse en su dormitorio.
Un fuerte impulso acomete en su cuerpo y decide abrigar su intrigada espalda para salir y andar por las callejas dormidas de su barrio. Enciende sólidamente un cigarro, con una bocanada anhelada y ansiosa, y se dirige vacilando hacia la avenida José María Moreno.
Advierte que son las 2 a.m. y que la muchedumbre se encuentra durmiendo plácida en sus recintos hogareños; patea una botella rota y levanta la vista para encontrarse con la luna que se mimetiza con su cara redonda y blanca.. Se pregunta en ese eterno instante, cual será el factor que proyecte luz en su andrajosa alma, ya que a la luna la luz se la ofrenda resuelta y magníficamente el sol...
 En este aflorar de su imaginación incesante roba su atención un hombre que exhibía una especie de baile elástico y absurdo a lo largo de una esquina iluminada por las lámparas de un local de ropa.
Se queda estupefacta pero le es inevitable observar detenidamente a este hombre. Le pican las ganas de investigarlo ya que luego de su transitorio renacer le arden los deseos de atreverse a más.
  Se esconde detrás de una columna oscura y asoma sus ojos para atravesar la realidad de aquel fanfarrón.
Observa que sus ropas parecen las de un honorable comerciante pero después de padecer una enorme cantidad de años jodidos...Ajado y desdichado, aunque elegante, su atuendo iba conforme a su temperamento y rasgos perturbantes y misteriosos.
De su boca surgían espontáneamente una multitud de cantos y gritos que se enlazaban en un sinsentido de actuaciones esquizofrénicas; pero por otro lado llamativos y fonéticamente conmovedores descargos de su ser.
Su sombra que se proyectaba en el piso, daba la sensación que se trataba de un trozo de la inmensa oscuridad que cubría la noche, que se había escapado y dado a conocer a través de este hombre; para distinguir la verdad y mostrarse como presencia nocturna que acomete a los hombres tristes para estrechar sus manos y perecer con ellos por las noches.
El hombre comenzó a gritar algo que al principio parecía ilegible como la letra de un doctor.
Y por momentos:
A-ra-dar
tengo
ten-go yo
amor
Hasta que:
¡Tengo mucho amor para dar!
Dirigió espeluznante su mirada hacia los ojos de ella, que estaban fruncidos; y un terror ajeno la envolvió y la impulsó a correr aceleradamente hacia puntos indecisos.

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