jueves, 5 de junio de 2014

Azaroso azul: El estanque ▼Parte 1▼

En el estanque me encontré con un tipo alto, moreno y con perfil prometedor.
Si bien mi afán ese día era el de encontrar un regalo acorde a las especulaciones disfrazadas de mi amiga Gala, no pude abstenerme de entablar una charla minúscula que me termino por introducir en sus bolsillos acolchonados.
Resbalamos por el suelo solido y su mano empezó a sudar como una avalancha de garabatos emocionales que se retorcían aleteando.
Sí, muy tirada de los pelos la frase esa, pero la gravedad del momento lo vuelve a uno un especialista para la efusividad y el exageramiento de los hechos.
Cuando uno uno uno pasa tanto tiempo solo crea un espacio apasionado, una dimensión solitaria, en la que las perchas que cuelgan se vuelven tus complices, tu gato tu compañía amorosa y tu cuaderno el mejor confidente además tuyo, en ese dormitorio.
Por consiguiente, yace en reposo, ¿De qué? ¿Cómo puede ser que usted persona amante no lo comprenda?
En reposo de eso mismo, de las manos sudorosas, de las mejillas rosadas y calientes anhelando ser besadas, de la fiebre que viene y va, de la cobija eterna. ¿Comprende-mé?
Bueno volviendo a lo que nos incumbe, cuestión que entre revuelo de palabras y distanias, nos sumimos como en un limbo afectuoso que nos dejó inmunes a los contornos externos que deambulaban por ahí. Nos volvimos atérmicos al clima, eximidos del cansancio.
 Si bien, estaba totalmente implicito para ambos que el objetivo del regalo de cumpleaños había quedado evaporado; yacía una atmósfera titubeante entre los dos, alimentada con verguenza creo yo.
Ninguno se atrevería a desmenuzar sus pensamientos oralmente.
Y no lo creíamos necesario tampoco.
Así que simplemente nos deslizamos por un pasto humedo y sedoso, prometedor como ese loco ser que me consumía la atención con sus carcajadas.
Encandilada por sus abrazos espumosos me entregué a su boca entre cosquillas, una fuga de endorfinas decoró el suelo y rodeó los ansiosos cuerpos que sin más se despidieron para alcanzar sus deberes de esa noche.

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