viernes, 16 de mayo de 2014

Desdeño bordó

Situación apremiante la que se genera entre su cuerpo y el mío; me acobijo en su oreja, en su cuello, para descargar ese afán de besos que se alimentaban hace tiempo en mi interior.
Miro sus ojos llenos, la huelo, miro su pecho, caigo en el abismo desesperado de sus tetas, mientras mi excitación aflora sin escrúpulos.
Termino de envolverla, de tocarla; satisfecho caigo rendido y me entrego a la cotidianeidad, cumpliendo mis deseos revoltosos y relampagueantes que se revelan ante cualquier atmósfera femenina.
Cruzo el baño, mis manos atraviesan el chorro de agua para acear mis uñas y me incorporo en la luz que me espera con sus gestos y algún que otro mate.
Ella empieza a hablarme, se desgasta, se rinde a veces ante el comportamiento que flamea intenso pero dubitativo frente a nosotros.
Pero vuelve, tengo una cierta certeza de que siempre termina por apaciguar sus molestias y volver, para darme paso a su pecho de vuelta, con toda la fragilidad que tuerce sus manías.
En un gran punto sé que le gusto, le gusta este disparate en que nos convertimos a cada hora, pero le cuesta, tiene ese sentir infantil que se inunda de mares dolientes y desenfrenados.
A veces sus planteos me enloquecen a tal punto de volverme condescendiente.
Pero bueno, es una relación que causa estragos; que se yo, estoy tranquilo, mientras me mantenga en superficie estaré tranquilo, hasta que algo diga lo contrario...

No hay comentarios:

Publicar un comentario