Esa pastosidad interna que ocasiona conjeturas comparables a las de un desquiciado de manicomio.
Solía pasar por eso, incluso vislumbra en mí a veces-
Y pensaba, mirando con desenfoque las cosas, qué confortante y sencillo sería yacer cual gato, que digamos que algo de humano tienen; una especie de trastorno sexual y marginal. Pero aún así, bailan en la vida amorales, exploradores de lo viejo y lo nuevo, con sus conclusiones felinas tan pícaras y su deseo del abrigo concebible.
Atormentándome este período de las confusiones, solía soltar sus garras lastimosas durante las noches devocionales a la materia tristemente sexual, atraída por un imán de forma esbelta, vulnerable, por tabaco tristemente ahogado e insomnio tristemente aterrador.
Empecé a divagar por caminos multiples, senderos de la mas alta diversidad.
Me topé con una humanidad cromática bastante distorcionada (distorcionada en un aspecto mágico), algo que rompiese con cualquier actitud metódica o convencional, algo que escurre mambos que nacen de una intención acelerada, por momentos, por querer encontrar un eje (o un ojo) que abra paso al conocimiento de la verdad (que cuando te das cuenta esta fundida en mucho lodo sucio), algo que chorrea y espanta a las fragiles figuras de piel y cristal (que SOMOS).
Y he aquí
La bienvenida
A las inclinaciones cromáticas de estas escalas vitales.
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